Entrevista
a Magalí Meliá, intérprete del travieso y chirriante humor negro de “Y… se nos fue redepente”, obra de Niní
Marshall que se ofrece en la Sala Teatro Abierto del Teatro del Pueblo.
Magalí Meliá |
Recrear la tensión vital, el color y la complejidad rítmica de Y… se nos fue redepente, de Niní Marshall (1903-1996), exige ductilidad y precisión, y hacer “ver” al espectador aquello que se relata. En la puesta interpretada por Magalí Meliá en el Teatro del Pueblo, dirigida por Ariel Leyra, no faltan estas prioridades. Tampoco la sorpresa en la sucesión de personajes que se arriman al velorio del zapatero Don Pascual, popular en un barrio de nativos e inmigrantes que se conocen de años. La acción, centrada en el velatorio, lugar que para los comedidos supone atravesar una función social de fingimientos, se transforma en tertulia sólo con la aparición de cada personaje. La viuda Electra, ausente en escena, es imaginada a través de los interrogantes que formulan y se responden a sí mismos los visitantes, que en conjunto conforman la unidad de un mundo narrativo de estilo vivo y directo. Las incisivas observaciones de la admirada Niní (nombre artístico de María Esther Traverso) capturaron a Meliá, intérprete en puestas de teatro y en cortometrajes, como El caso Q, de Güido Simonetti, con estudios de mimo y acrobacia y formación actoral en Londres. De ahí el deseo de investigar, junto a Leyra, sobre la actriz y humorista, creadora de los textos que interpretaba. El audio de Y… se nos fue redepente, espectáculo estrenado por Niní en 1973; la autobiografía Mis memorias, publicada en 1985; las películas y entrevistas, los archivos y programas de radio fueron, entre otros materiales, la base de la puesta que se viene ofreciendo los domingos a las 20.30, en el teatro de Roque Sáenz Peña 943.
Meliá y Leyra, compañeros en las clases del maestro Agustín Alezzo,
habían trabajado con ahínco en el taller. Prepararon el monólogo de
Catita, y Meliá intensificó sus estudios
de canto y entrenamiento vocal con Florencia García Casabal. Quedaba pendiente
obtener los derechos para representar la obra, hasta que –cuenta Meliá- “tuve oportunidad de conocer a
Angelita Edelmann de Abregó, hija de Niní, en un homenaje realizado en el Teatro Nacional Cervantes. Le escribí una
carta, y la esperé en la entrada. La recibió, y al día siguiente me llamó por
teléfono, invitándome a su casa. Fuimos con Leyra y actué parte del monólogo de
Catita y de Jovita. Ella y su marido aprobaron nuestro proyecto, y Angelita
ofreció asesorarnos.”
--Los modismos utilizados por los
personajes, todos diferentes, revelan formas de pensar y enfrentarse a la vida. En este sentido, ¿qué
personajes resultaron más complejos?
--Todos requerían asesoramiento, pero entre los más complejos está
Cándida, la gallega; Doña Pola, por el acento;
y la Niña Jovita, acompañada por su loro Romeo. Las voces que se
escuchan en off en los intervalos
(minutos apenas para transformar clima y
vestuario), como las de Mingo y Nicola, hermanos de Catita (Catalina
Pizzafrola), debían escucharse bien diferenciadas. También la composición de Mónica, personaje
con aires de aristócrata y varios apellidos, exige un tono especial. Trabajé mucho la voz con mi profesora de
canto para no lastimarme en los cambios. Los ensayos comenzaron en diciembre
pasado, y Angelita quedó contenta. El
orden en que aparecen los personajes es el mismo del original de Niní, y aclaro
que mi trabajo no es imitación, porque no soy imitadora. La intención es interpretar el texto de Niní, tomando la
esencia de los personajes.
--Que son, en mayoría,
inmigrantes, algunos fuertes y otros vulnerables pero todos buscando mejorar su
vida. Cándida, por ejemplo.
--Niní tomó este personaje de Francisca, la mucama de su casa. La imitaba desde
pequeña. Se cuenta que Niní, trabajando
en la radio, recorría los pasillos imitándola. Fue muy doloroso para ella
cuando Francisca regresó a su pueblito español. Niní tenía gran capacidad de
observación y análisis, y destacaba características que no se han perdido, como
algunos modismos y errores gramaticales.
-- Que se transforman en coloridas
expresiones, como, en otro plano, la marcada diferencia entre una y otra
vestimenta.
--Esa es obra de Carlos Di Pasquo (arquitecto, vestuarista y escenógrafo). Él dice que “las
cosas te encuentran cuando uno sale a buscar”, y nosotros salimos a buscar
vestidos y objetos hasta encontrar lo que creíamos se ajustaba a cada
personaje. Para Doña Caterina, abuela de Catita, conseguimos un traje verde de lana. Doña Pola
(la anciana judía, dueña de la tienda “Los 3 hemisferios”) lleva un vestido y
un gorro de mis abuelas y el saco es de la mamá de mi novio. La Niña Jovita usa
un vestido azul de mi tía abuela. Hago teatro desde los 16 años y guardo
algunas ropas, porque todo sirve en el teatro.
--Como sirve descubrir el
disparate en la realidad, o atreverse a
relacionar “la metafísica del despertar” con un embutido, como la supuesta reencarnación del cerdo.
--Esa humorada es de Catita. Ella pregunta a la viuda Electra: ¿Usted no
cree en la reencarnación? Yo, sí, porque conozco un caso: el caso de un chancho
que reencarnó en chorizo. Una afirmación
tan inocente como graciosa. Catita nace de ver a las muchachas que esperaban ansiosas
la salida de Juan Carlos Thorry, cuando Niní trabajaba en la radio junto a este
actor. Lo cuenta en Mis memorias y lo
recuerda en algunas entrevistas.
--Una curiosidad, ¿quién es el fallecido
Don Pascual que en el velorio sonríe desde un cuadro?
--Sabíamos que era difícil conseguir el retrato de un señor de esa época
que sonriera. Se me ocurrió escanear la foto de uno de mis bisabuelos, donde se
lo ve con un traje muy formal, muy italiano, y pedí a la diseñadora que le
dibujara una sonrisa. Otro detalle era la corona de flores. Di Pasquo necesitaba colocarle una leyenda, y
me preguntó de dónde era mi bisabuelo. Por eso, la banda que cruza la
corona lleva impreso el nombre del
pequeño pueblo de Calabria donde nació mi bisabuelo.
FICHA
Y… se nos fue redepente, de Niní Marshall. Única intérprete: Magalí Meliá. Diseño de vestuario y
escenografía: Carlos Di Pasquo. Diseño de iluminación: Fernando Díaz. Sonido:
Sergio Bianchi e Ignacio Fernández Flaminio. Asesoramiento: Angelita Edelmann
de Abregó. Asistencia de dirección: Sofía Vilaro y Manuela Quesada.
Entrenamiento vocal: Florencia García Casabal.
Producción general: Magalí Meliá. Dirección: Ariel Leyra. Lugar: Sala
Teatro Abierto del Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943. Tel.
4326-3606.