viernes, 18 de agosto de 2017

CICATRICES

*Columna que complementa la entrevista a Cecilia Hopkins en "Ritos para una ausencia".

Federico García Lorca
Fue en agosto de 1936 cuando los esbirros de la dictadura franquista troncharon la vida de Federico García Lorca. Creador sugerente y apasionado ha sido y es inspirador de artistas y culturas sensiblemente distintas a la suya. Su producción y su final en aquellos días de odio atrapó y continúa seduciendo a creadores del teatro, el cine y la danza.

Lorca era un autor exitoso en la década del '30, y ya en 1929 se le rendía homenaje en Fuentevaqueros, el pueblo donde nació el 5 de junio de 1898. Las crónicas de la época destacan su sensibilidad y apego a la tradición popular, incluso en su costado pagano, expresado en los versos de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías: “Que no hay cáliz que la contenga/ que no hay golondrinas que se la beban”. Apego que no significó desdén por lo experimental: El maleficio de la mariposa (1920), un fracaso teatral.

Tras el episodio en la Huerta de San Vicente -propiedad de familiares en la vega de Granada-, de donde unos hombres armados se llevaron al jardinero Gabriel Perea, por “rojo”, Federico se refugió en la casa de su amigo el poeta Luis Rosales, cuyo hermano José era jefe de la Falange granadina. Esa amistad no lo salvó. Ramón Ruiz Alonso, un ex tipógrafo, y entonces diputado del Partido Demócrata, lo había marcado. Lo arrancaron de la casa con gran despliegue de fuerzas el 16 de agosto de 1936.

Respecto de la fecha de su muerte se toma como cierta la del 19 de agosto, en Viznar (Granada), después de un mes de comenzada la Guerra Civil (el 17 de julio) con el levantamiento del general Francisco Franco. Hispanistas como el británico Gerald Brenan, el francés Claude Couffon y el irlandés Ian Gibson fueron los primeros en mencionar los nombres de los asesinos y de los asesinados junto a Lorca: los banderilleros anarquistas Francisco Galadí Melgar y Joaquín Arcollas Cabezas, y el maestro Dióscoro Galindo González.

Se cuenta que Lorca proyectaba los montajes de Los sueños de mi prima Aurelia y La casa de Bernarda Alba, y el traslado al cine del mundo del toreo. Buscaba editor para su poemario Suites, escrito entre 1920 y 1923, y el surrealista Poeta en Nueva York. Había iniciado la escritura de una pieza en contra del militarismo y mantenía en carpeta su obra El público, de 1930, pues creía que aún no era momento para darla a conocer. Al dejar Madrid para trasladarse a Granada, confió el manuscrito a Rafael Martínez Nadal. El texto fue leído entre amigos, y publicado hacia 1933 en España y Argentina, pero solamente las escenas segunda y quinta. En 1976 reapareció junto a otras obras. Aún hoy sigue siendo una pieza reveladora porque alude a la homosexualidad y a las tensiones que en el teatro generan oficiantes y público. El director catalán Lluís Pascual realizó una versión junto al actor Alfredo Alcón que fue invitada al célebre Teatro Piccolo, de Milán, y estrenada luego en Madrid.

En el convulsionado 1936 español, Federico había criticado a ciertos sectores de la sociedad granadina, repudiando además la gestión de gobierno de José Antonio Primo de Rivera, fundador en 1933 de Falange Española. El compromiso del poeta fue destacado por el hispanista irlandés Ian Gibson, quien opinó que ejecutando al artista se aterrorizaba a la población granadina. 

Las denuncias a personas se sucedían en 1936, y en el caso de Lorca provenían -según Gibson- de miembros de la CEDA  (Confederación Española de Derechas Autónomas) cercanos al comandante Guzmán Valdés, gobernador civil desde el mismo día del alzamiento de Granada y jefe provincial de Falange Española. Sobre su muerte hubo distintas versiones. Una de éstas es que fue asesinado por un piquete de guardias que cumplía órdenes de Valdés. Otros dijeron que la orden partíó del general Queipo del Llano. En ese reparto de responsabilidades algunos sectores intentaron atenuar cargos. Y se editaron libros, como Los últimos días de Federico García Lorca, del periodista granadino Eduardo Molina Fajardo, director de Patria y otros períódicos.

Allí aparece una declaración que el poeta Luis Rosales hiciera al jefe provincial de Falange, intercediendo por Lorca en los días que precedieron a la detención, y la posibilidad de que la ejecución se hubiera producido en la madrugada del 17 de agosto y no en la del 19. En ese texto se alude a un piquete de guardias con orden de fusilar a cuatro, y que uno de ellos era Federico, “que iba en pijama, y a quien mataron en el campo de instrucción de las tropas, antes de llegar a la Fuente Grande, a la derecha de la carretera, según se va hacia Alfacar...”.

Otro muy diferente es el contenido del certificado de defunción extendido recién en 1940 por el Registro Civil de Granada, donde consta que Lorca murió como consecuencia de “heridas producidas por hecho de guerra”. Los investigadores señalan que Francisco Franco prefería decir que Lorca murió en una riña de gitanos. Así abonado el desprestigio de Lorca, algunos devotos del Generalísimo optaron por hacerse eco de lo publicado por un periodista francés en diciembre de 1956. Su artículo sustentaba que el poeta había muerto durante una riña de homosexuales.    


domingo, 13 de agosto de 2017

RITOS PARA UNA AUSENCIA

 "La memoria de Federico", de Etelvino Vázquez

Cecilia Hopkins en el Centro Cultural de la Cooperación 
El adiós que lastima se transforma en juego escénico para acercar a dos seres amigos que se complementaban en el arte: la actriz catalana Margarita Xirgu (Molins de Rey 1888 - 1969 Montevideo) y el poeta y dramaturgo Federico García Lorca (Fuentevaqueros 1898, fusilado en Viznar el 19 de agosto de 1936). Sucede en La memoria de Federico, una evocación del asturiano Etelvino Vázquez, autor y director premiado, actor y docente, fundador en su país del Teatro del Norte, espacio de proyección internacional. Con un afinado y conmovedor protagonismo de Cecilia Hopkins (La recaída, de Julio Cardoso; Milonga desierta; Gemma Suns, Zona de oscuridad y La cabeza de Acevedo; docente, periodista y autora de textos de investigación), la obra aproxima a aquellos artistas amigos a través de pequeñas historias y diálogos reales o imaginados, a los que se suman el canto y la danza. Sobre esta puesta en el Centro Cultural de la Cooperación, Hopkins aclara que se trata de una versión de la pieza original, creada en el marco del Proyecto Xirgu-Lorca, y ganadora -a modo de coproducción- de Iberescena. De ahí su estreno en España y la participación de Vázquez en el rol de Lorca. A su regreso, y en el formato de unipersonal, fue presentada en el Banfield Teatro Ensamble, el Teatro Italiano (Chacabuco) y el Teatro El Pasillo (Jujuy).

“Etelvino me dio amplia libertad para este unipersonal. Libertad que me había dado cuando estrenamos Gemma Suns en España. El título lo acordamos entre los dos, y destaco especialmente su autoría porque a él le corresponde la estructura del espectáculo, es un gran conocedor de la totalidad de las obras de Lorca y aportó mayor cantidad de textos.

--¿Xirgu sería aquí la depositaria de la memoria de Federico?

--Sí, y en lo que pareciera ser un ritual en ella, que está muerta y no sabemos en qué “limbo” le rinde homenaje. Incluso, le cuenta cosas que él tal vez nunca supo. En la obra están todos los textos de Etelvino más los que incluí para dar mayor carnadura a Margarita, el personaje visible para el espectador.

--Lorca no está corporizado pero sí presente a través de sus poemas, su historia... y los traviesos comentarios de Xirgu sobre lo publicado por los críticos de entonces referidos a su actuación y a las metáforas del poeta.

--Había que desestructurar... Esta Xirgu toma aquellas críticas con humor. Críticas sobre ciertas cursilerías que no pasan de ser sólo ironías. Tanto esos comentarios como las cartas no son inventos. Etelvino aportó la documentación que dio empuje a la obra, y yo incorporé otros materiales. Era importante que apareciera la carta firmada por intelectuales y escritores -también figura Jorge Luis Borges-, donde se decía que habían silenciado a una de las voces más puras y nobles de España.

--La publicación de la correspondencia de Lorca tuvo sus detractores. Hubo quienes señalaron la trivialidad de algunos textos...

--Pero otros permitían descubrir facetas de su personalidad. Entre otras cartas, nos interesó aquella en la que cuenta a un amigo que él empezó dedicándose al teatro para contentar a sus padres y no le reprocharan “hacer nada”. ¡Increíble!, porque entre nosotros su teatro ha sido y es muy valorado.

--Pensemos que los artistas españoles tuvieron contacto con la Argentina desde antes de la Guerra Civil española (1936-1939), y era natural que buscaran refugio en el país y divulgaran las obras de Lorca.

--Y con éxitos...

--La figura de Yerma aparece aquí como símbolo de una España que va camino de una revolución. ¿Es así?

--Esa es una interpretación mía. Acordamos con Etelvino sacar a Yerma del lugar de la mujer postergada e infértil. Imaginamos que sería lindo que Xirgu, tan “roja” en su pensamiento, hubiera visto en la Yerma de Lorca a una España deseosa de parir una revolución. Quise darle un cariz político, así como ver en La casa de Bernarda Alba -otra de las obras que incorporamos a modo de fragmento- un atisbo del franquismo. Lorca la escribió dos meses antes de que lo mataran. Presentía una etapa de luto permanente y un prolongado silencio. Sentí que en el unipersonal debía pesar también esa amenaza en Xirgu. De hecho, ella no quiso volver más a España. Cuando estrena Yerma tiene presente esa situación. Es época de huelgas... En la obra se pregunta si esos movimientos son el comienzo de una guerra civil. También porque ya entonces había consejos de guerra y pena de muerte.

--En este trabajo se toman dos fechas sobre la amistad de Lorca y Xirgu, una es 1926, cuando el poeta entrega a la actriz el texto de Mariana Pineda, y otra, 1936, año de su fusilamiento. Allí surge otro adiós, pero desde el poeta...

--En ese final, Lorca rechaza dejar España y toma la bandera de los otros: “Canto el canto de los que callan, de los que mueren...” Etelvino introdujo unos cantos que estremecen: “España es un toro que se quema vivo. Veo sangre correr en las calles y yo voy cantando coronado de espinas. España es un río de lamentos, un pueblo envuelto en un manto negro”. Para esa escena creamos, a través de la danza, un vínculo entre un velo negro y una sombrilla, como si fuera una bandera. En otro momento, esta Xirgu de la obra canta: “Si me quieres escribir ya sabes mi paradero, Tercera brigada mixta, primera línea de fuego”. Este es un canto de la guerra civil que por supuesto Lorca no conocía porque fue fusilado a un mes del comienzo de la guerra. .

--En Poeta en Nueva York y Sonetos del amor oscuro, Lorca expresa ese dolor que algunos toman como denuncia. La belleza, tan buscada y frágil, provoca y es a veces dolor en sus creaciones. ¿Esa conjunción de belleza y dolor intensifica el acercamiento a la obra del poeta?

--Eso es algo que siento ante sus textos y poemas, también ante los más sencillos:“Si muero, dejad el balcón abierto./ El niño come naranjas/ (desde mi balcón lo veo)./ El segador siega el trigo./ (desde mi balcón lo siento)/ ¡Si muero,/dejad el balcón abierto! “/ Etelvino lo eligió para el comienzo de la obra, y era él quien lo decía en España. Sentíamos que era una puerta abierta al mundo de Lorca.

--A quien Xirgu reitera su adiós...

--Es parte de su ritual. “Tardará mucho tiempo en nacer,/ si es que nace,/ un andaluz tan claro, tan rico de aventura./ Yo canto su elegancia con palabras que gimen/ y recuerdo una brisa triste por los olivos.” Este es un fragmento del poema escrito por Lorca para despedir al torero sevillano Ignacio Sánchez Mejías. Para mí Lorca era un surrealista nato. Sus imágenes son enloquecidamente poéticas y sus palabras tienen unas resonancias extrañísimas.

--Como las de Poeta en Nueva York...

--Lorca entregó esos poemas a Xirgu para un evento, y la respuesta de ella fue “Federico, ¡no entiendo!”. Al introducir esa respuesta quisimos destacar que, aun cuando su poesía fuera compleja, era para el pueblo que la toma y disfruta.

--Tal vez por la “música” que adquieren las palabras. Lorca tenía un afinado sentido musical y había proyectado obras con Manuel de Falla (Lola, la comedianta). En La memoria de Federico el canto es fundamental. ¿Con qué criterio seleccionaron las canciones?

--Las de Yerma y Mariana Pineda estaban en la puesta original. En esta versión me resultaba difícil hallarle ritmo al unipersonal. Finalmente, decidí que las canciones debían ser un puente entre una y otra escena. Elegí Ttres Morillas (o Las moricas de Jaén) y otras de la Guerra Civil, de las huelgas en Cataluña y el himno popular de los mineros de Asturias: Santa Bárbara Bendita. Un canto que me fascinó siempre es el de las lavanderas de Yerma: “En el arroyo frío/ lavo tu cinta/ como un jazmín caliente/ tiene la risa./” ¡Es tan bella! Recuerdo la Yerma que el director Víctor García trajo a Buenos Aires. Mi mamá me llevó al teatro, y la canté desde muy chica. Otra canción que no quise que faltara es “Yo me subí a un pino verde/ por ver si la divisaba/, y sólo divisé el polvo/ del coche que la llevaba.” Investigando, supe que la cantaba Antonia Mercé, la Argentinita, bailarina y coreógrafa que nació en Buenos Aires porque sus padres estaban de gira y murió en Francia en 1936. Ella recibía al público con ese canto, acompañada al piano por Federico. ¡Cuánta sencillez y belleza!

La memoria de Federico
Autor: Etelvino Vázquez
Actuación, canto y danza: Cecilia Hopkins
Lugar: Centro Cultural de la Cooperación, Av.Corrientes 1543
Sala Osvaldo Pugliese
Funciones: viernes de agosto a las 20.30