Atrapado por la idea de que el mal no cesa de influir en la
conducta humana, el británico William Golding (1911-1993) incursionó con
insistencia en ese mal que, en tanto agresión y violencia, se transforma sin
autodestruirse. Por el contrario, se reitera asociado a veces al entorno y la
degradación social, dando origen a un material atractivo para filósofos,
escritores, sociólogos, dramaturgos... Enfoques que varían según la época y atraviesan
las obras de creadores destacables dispuestos a indagar sobre el mal real,
mítico, fantástico, alegórico y doméstico. Es el caso de Golding y su mirada
escéptica respecto de la derrota del mal, aun cuando en lo personal declaraba
no ser pesimista. Tal vez porque en sus textos no desdeñaba el alcance de esa
lucha a veces imposible ante lo que destruye, y por sus vivencias personales,
incluido su alistamiento durante la Segunda Guerra Mundial.
Premiado con el
Nobel de Literatura el 11 de octubre de 1983 (a un año del otorgado al
colombiano Gabriel García Márquez), Golding puso el acento en los supuestos
metafísicos y éticos de su tiempo, presentes también en los relatos alejados de
su inicial y celebrada novela Lord of the Flies (El Señor de las moscas).
Ejemplos son La oscuridad visible,
de 1973, y Ritos de paso, de 1980. También autor de relatos cortos: The
Envoy Extraordinary (El enviado especial), de 1958, dramatizado con el
título de The Brass Butterfly (La mariposa de latón), y de
ensayos (varios reunidos en The Hot Gates), ha buceado en lo perverso
que se esconde tras la supuesta inocua cotidianidad y en el miedo visceral que
experimenta el humano ante lo desconocido y lo ingobernable.
En El Señor de las moscas, de 1954, llevada al cine
en 1983 por Peter Brook, Golding quiso refutar lo escrito por el escocés Robert
Michael Ballantyne en The Coral Island (La isla de Coral), destacando la falsedad y fragilidad de las
convenciones morales al mostrar cómo en una situación anormal el humano retorna
a un estadio inferior. Por eso, en El Señor..., los jóvenes británicos
sobrevivientes de un naufragio sólo interrumpen la barbarie en la que habían
caído ante la llegada del navío salvador. En otro plano así sucede con los
torturadores que, como observó Golding, recuperan en épocas normales su aspecto
cotidiano. Transformación que pone de manifiesto cómo un grupo humano acosado
por el miedo a quedar fuera del grupo que integra, reprime a quienes lo
cuestionan. De esto resulta que los discordantes de cualquier sociedad pasan a
ser “símbolo del mal” para los represores que así justifican la violencia y
aniquilación del rebelde.
El mal es también el tema de otra novela de Golding, The
inheritors (Los herederos), de 1955, donde advierte cómo el humano exteriorizó el mal y por qué.
La fuente inspiradora es un pasaje de Outline of History (El perfil de la
historia), de 1919, del británico Herbert George Wells (conocido como H.G.
Wells, l866-1946), quien consideraba monstruoso y agresivo al hombre de Neanderthal,
mientras para Golding los neanderthales, que practicaban el canibalismo, no
eran tan agresivos, aunque sí tentados por el mal. Opinión que sostuvo
generalizando al demostrar cómo ante la certeza de su fragilidad frente al
mundo aflora en el humano ese miedo visceral y metafísico que lo transforma en
un ser irracional y lo induce a ver “el mal” en sus competidores. De allí el
convencimiento de que es necesario eliminar al que se opone para poder
sobrevivir.
En Pincher Martin (Martín, el náufrago), novela
de 1956, explora en el mal y en la culpa. En este libro -que tiene un final con
“trampa”, según lo adelantado por el mismo Golding- se describen los
esfuerzos que hace un oficial de la
Marina inglesa por sobrevivir en una roca y en medio del Atlántico. Enloquecido
por la sed, el hambre y la soledad, este marino, apodado Pincher (Tenaza), se
aferra a su pasado y sus mezquindades para no perder su identidad.
Un prisionero es el personaje de Free fall (Caída libre),
de 1959. En esta novela, la interpretación moral surge al final de la
historia. El protagonista, en constante disputa sobre la libertad y la
voluntad, busca en sus recuerdos hasta hallar el momento en que comenzó su
envilecimiento. Y llega a la conclusión de que con la posesión de la sumisa
Beatrice, que acabará en un manicomio, comienza su caída sin contención alguna.
En The Spire (La aguja), novela de 1964,
también traducida como La construcción de la Torre, alude a la Catedral de Salisbury. En ese
texto, el mal está simbolizado en la ambición de un deán por terminar la
construcción de la Catedral a cualquier precio. The Pyramid, de 1967,
una obra más influída por los acontecimientos sociales y políticos de la
realidad, es, posiblemente, la culminación de aquella reinterpretación sobre el
comportamiento humano que Golding iniciara en 1950 con el propósito de
desenmascarar prejuicios y convenciones, y advertir sobre el fracaso de los
humanos en el aprendizaje de la vida. Porque en esta novela sobre una sociedad
ganada por el fanatismo y la banalidad no hay espacio para las acciones
generosas.
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