La participación de Françoise Thanas
en el reciente homenaje al poeta Juan Gelman, en París; su contacto con la
escritura del uruguayo Carlos Liscano y la traducción del guion de Awka Liwen, de Osvaldo Bayer, conforman
etapas de una tarea que valora y divulga la cultura latinoamericana.
Françoise Thanas |
Una lectura musical en homenaje
al poeta, escritor y periodista
argentino Juan Gelman (1930-2014) tuvo en la Maison de la Poèsie, de París, el
ámbito adecuado para desarrollar un programa que prometía reencuentros, y
emociones. Los actores Charles Gonzales y Dominique Pinon, acompañados por el
bandoneonista argentino César Stroscio,
ofrecieron poemas y textos: El amante mundial y Traducciones/Los otros, trasladados al francés por Jean
Portante; Carta a mi nieto o a mi nieta (Carta Abierta escrita por Gelman en
1995); y Bajo la lluvia ajena (notas
al pie de una derrota), traducidos al francés por Jacques Ancet, poeta y ensayista, autor de La
lumière et les cendres: milonga pour Juan Gelman, libro publicado en la
Argentina con el título de Las cenizas y
la luz…, por Alción, en edición bilingüe y prólogo del poeta, ensayista y
ex editor Rodolfo Alonso. La
presentación del 31 de mayo, auspiciada por la editorial Caractères, estuvo al cuidado
del escritor y poeta Jean Portante,
nacido en Luxemburgo, de padres italianos; y el director Bertrand Marcos se ocupó de la puesta. Al recuerdo se sumó la lectura de
fragmentos de La impunidad de los verdugos. El caso Gelman, del dramaturgo y novelista
uruguayo Carlos Liscano, en traducción al francés de Françoise Thanas (François
Bourin, Paris, 2007), entrevistada en esta nota.
El ensayo de Liscano refiere la búsqueda y las
trabas judiciales que Gelman, Premio Cervantes 2007, debió sortear hasta hallar
a su nieta María Macarena, nacida en cautiverio. Su padre Marcelo Ariel, hijo
de Gelman y Berta Shubaroff, y su madre María Claudia García Irureta Goyena
fueron secuestrados el 24 de agosto de 1976. Marcelo fue asesinado y su esposa,
casi al término de su embarazo, trasladada al Hospital Militar Central de
Montevideo, y asesinada tras el parto. La búsqueda de las dos familias finalizó en 2000, cuando
se confirmó que María Macarena vivía en
Montevideo y llevaba el apellido de la familia a la que había sido entregada:
un oficial de policía uruguayo y su
mujer.
Thanas, profesora en Letras e
investigadora teatral, divulga y traduce desde hace décadas el teatro y la
poesía de los creadores latinoamericanos; la poética de los grandes letristas
de tango y las composiciones de Atahualpa Yupanqui, sobre quien publicó un
ensayo, editado en Francia por Le Livre à venir (1983). Nacida en París, de
padre griego y madre luxemburguesa, tuvo sus primeros encuentros con exiliados uruguayos, chilenos y argentinos
en los años de dictadura. La vitalidad cultural de los que buscaban un lugar
donde expresarse en libertad fue suficiente para que Thanas, premiada por sus
traducciones, se empeñara en generar intercambios culturales entre Francia y
los países de América Latina.
Esta dedicación le permite dialogar
con fundamento sobre los creadores de la región. Uno de ellos es Liscano,
quien, en La impunidad… interpela y
alude al Plan Cóndor. Se basa en informes sobre la apropiación de prisioneros
hecha por militares y policías de la Argentina y Uruguay; y en acciones puntuales de funcionarios,
políticos y dueños de medios dispuestos
a “elaborar el discurso de la impunidad” y “contaminar” el lenguaje y la vida
de los ciudadanos. De ahí el título original de su libro: Ejercicio de impunidad. Sanguinetti y Battle contra Gelman, Ediciones
Del Caballo Perdido, Montevideo, 2004. La escritura de Liscano no tiene
adornos. Encarcelado por su militancia en el Movimiento Tupamaros meses antes
del golpe militar uruguayo del 27 de junio de 1973, inició la escritura de su
primer libro en cautiverio (La mansión
del tirano). Liberado al final de la dictadura uruguaya (1985), emigró a Suecia, donde desarrolló amplia actividad
cultural hasta regresar a Uruguay en 1996, abarcando el cuento, la novela, la
poesía y el teatro, justamente, la disciplina que, en principio, interesó a
Thanas.
--¿Cómo fue el encuentro con Liscano y sus obras?
--Lo conocí a través de Pablo Harari, director de la
Editorial Trilce. En el número del 29 de agosto de 1997 del semanario uruguayo Brecha, leí una entrevista a Liscano. Un
autor que no conocía. El encuentro fue a su regreso de Suecia. Trilce le había
publicado varios libros, entre otros El
informante. En la entrevista de Brecha había una foto suya tomada en
Köln (Colonia, Alemania), junto al escritor cubano Jesús Díaz y el chileno Luis
Sepúlveda. Liscano hablaba allí de su experiencia, su escritura y sus obras de
teatro no publicadas. Entonces pedí a Harari El informante. Nos citamos con Pablo en un boliche de Montevideo, y
allí estaba también Liscano con los manuscritos de varias de sus obras. Habló
poco. Nos dejó rápidamente, por discreción. Mi impresión fue la de un hombre
serio, reservado. Más tarde descubrí su
humor, su ternura. Uno de los manuscritos era el de Mi familia. Me encantó. Yo debía regresar a Francia al día
siguiente, así que lo llamé para que me autorizara la traducción. Al año
siguiente, fue invitado al festival La
Mousson d’été, donde se hizo un semimontado de Mi familia. Produjo una enorme sorpresa. Todo un éxito. Y hubo otra invitación al Festival de
Avignon, y varias puestas en París, en ciudades interiores, en Canadá… Fue
publicada por la Editorial Théâtrales, y desde entonces sigue su camino.
--¿Aquella
fue la edición a la que asistió Eduardo “Tato” Pavlovsky, cuyas obras tradujo?
--Sí, también estuvo Tato. Nos encontrábamos a menudo los tres.
¡Lindos recuerdos! ¡Inolvidables! Fue en 1999, en Avignon, donde Tato presentó Toiles d’araignées (Telarañas) y Liscano, Ma famille.
Recuerdo la presencia de Jean-Louis Trintignant en el semimontado de Telarañas, su encuentro después de la
función y su entusiasmo por el teatro de Pavlovsky. Tato era muy esperado en los festivales. En Dijon en mai, presentó Potestad y Solo brumas, obras que subtitulé. El público estaba conmocionado.
Tato tuvo la visita de otro gran actor, André Dussollier, que dejó el Festival
de Cannes durante un día para ver los espectáculos, conocer a Tato y hablar con
él. En 2004, en Nîmes Culture,
Trintignant dirigió Potestad y La Mort de Marguerite Duras, que fue
grabada en vivo para France Culture. Actuaba Jean-Louis Bérard. El director Bertrand Marcos --que se ocupó
del homenaje a Juan Gelman de este año-- hizo la puesta de esas dos obras de
Tato en varios teatros de París, y en noviembre de este año reestrenará Potestad.
--¿Es
el mismo director que estrenará a Liscano?
--Sí, no sé cómo decirlo: ¡coincidencia,
encuentros artísticos de familia…! Marcos va a presentar el semimontado Le rapporteur (El informante),
de Liscano, el 26 de setiembre en la Maison de L’Amérique Latine. El actor es
Michel Vuillermoz, de la Comédie Française.
--Cuando
el director Francisco Javier estrenó en Buenos Aires Cuestión de estilo, enlazando obras de Liscano, destacó “la
libertad sin límites” de sus escritos. ¿Qué diría sobre ese aspecto?
–Estoy de acuerdo con Francisco Javier. En Mi familia, un padre vende uno de sus hijos para comprar una
heladera. Después recompra a su hijo, porque, para él, el niño tiene que estar
presente en una fiesta familiar… Años después, el hijo vende a su padre… El
autor cuenta esos momentos de vida inverosímiles con humor, chuscadas y
ternura. El público tiene que entrar (y lo hace) en ese universo en el cual el
absurdo es “sin límites”. Lo es también la ironía. El estilo de Liscano es
sobrio, escueto. Encuentra las palabras acertadas, que tienen música, y no
sobran.
--¿Qué
observaciones recibió de Liscano cuando le entregó el manuscrito de Ejercicio de impunidad: Sanguinetti y Battle
contra Gelman?
--Me habló de este libro en 2004, en
Montevideo, unos meses antes de su publicación por Del Caballo Perdido. Me
explicó que, a partir de 1999, había leído en la prensa todos los artículos y
testimonios acerca del “Caso Juan Gelman”. Los había reunido y, en 2002, se dio
cuenta que tenía una voluminosa carpeta. Entonces nació su proyecto de reunir
estos elementos. A partir de una investigación de carácter periodístico, quiso
hacer una “reconstrucción” de lo que había pasado. Liscano se relacionó con
Gelman a través de correos electrónicos. Le informó de su proyecto, diciéndole
que en el libro sólo iban a aparecer informaciones públicas y publicadas. Le
aseguró que no escribiría sobre su vida personal. Gelman le envió también otros
documentos.
--¿Consultó a
Gelman por su traducción?
--Necesitaba informarlo, y enviarle mis comentarios. No traduje
poemas suyos, pero sí el poema El adiós,
de su hijo Marcelo Ariel. Se lo envié, y me contestó. Su respuesta fue muy
conmovedora, impregnada de una profunda emoción. En la lectura musical del 31
de mayo, el público se mostró atento y conmovido al escuchar Carta a mi nieto o a mi nieta. El poema
de Marcelo está en Palabra Viva,
libro del que traduje 19 textos o poemas, además de El adiós: Morirse, de Luciana Álvarez; Carta a
mis amigos, de Rodolfo Walsh; Carta
de un preso político a su abogada, de Ignacio Ikonicoff; Atiende,
de Jorge Money… Money presentó este poema siguiendo la forma del vientre de una
mujer embarazada. En mi traducción, reproduje la misma presentación. Estos
extractos de Palabra Viva fueron
leídos varias veces en Francia.
--¿Avanza la traducción del
guion de Martínez de Hoz, documental
que sigue a Awka Liwen, del escritor,
historiador y periodista Osvaldo Bayer,
escrito junto al director Mariano Aiello? ¿Cuál es su contacto?
--Hace un año, en París, Aiello me habló de Martínez de Hoz, en cuya traducción estoy avanzando. La de Awka Liwen (Rebelde amanecer, en lengua
mapuche) está hecha, y el documental, estrenado, se presentó en París en 2010.
Con Aiello nos vimos en Buenos Aires y París. Aprendí mucho con estas
traducciones. Sabía lo de la “Campaña
del Desierto”, pero “ver” su presentación en la pantalla me impactó, no sólo
por lo que dice sino por cómo lo dice. Tiene dimensión artística.
--¿Qué
desearía destacar de esta realización?
--Los dos documentales, Awka Liwen y Martínez
de Hoz son muy fuertes porque cuentan hechos reales, que son violentos.
Ponen en evidencia estas realidades con una gran libertad, “una libertad sin
límites”, como la de Carlos Liscano. Nos dicen que hay que abrir los ojos y
atreverse a decir la verdad. No callar. Bayer y Aiello se apoyan sobre
documentos visuales y escritos. Liscano se apoya en escritos. Sin embargo, veo
lazos y puntos comunes entre Ejercicio de
impunidad…, Awka Liwen y Martínez
de Hoz. La forma es diferente, pero no el fondo.
--¿Le
sorprendió que se incluyera una
entrevista al político francés-alemán
Daniel Cohn- Bendit, líder de Mayo del ‘68?
--No. Cohn- Bendit es una gran figura de la
libertad de expresión. Lucha desde siempre contra todo tipo de censura. Fiel a
sus ideas, se subleva cuando la libertad de expresión es abofeteada. No calló
cuando ocurrieron los atentados al semanario francés Charlie Hebdo. Los que murieron sólo querían expresarse libremente…
No me sorprende que el documental de Bayer y Aiello haya despertado interés en
Cohn- Bendit y deseado participar en un trabajo que va a la búsqueda de la
verdad.
--¿Qué
es lo que sostiene su interés de décadas por las creaciones de los autores
latinoamericanos?
--La libertad de expresión, tanto en el fondo como en la forma; la
precisión del lenguaje; la mezcla, muy a menudo, de seriedad, compromiso y humor; la relación con la actualidad. Me impacta la
manera en que se tratan algunos temas universales; la amalgama de humor y
denuncia y la imaginación rebosante. Me interesó, por ejemplo, cómo en La persistencia, Griselda Gambaro trató
el tema del tiempo en un hecho real, ocurrido lejos de la Argentina. También
Tato Pavlovsky parte de un hecho real en Solo
brumas (qué sucede con los bebés que nacen con un peso mínimo). Al principio de la obra, los personajes
hablan y viven “normalmente”. El público se divierte. No sabe qué está
sucediendo, pero la verdad aparece, y entonces va de la risa al estupor -que
dura poco- y de ahí, a la rebeldía.
--¿En
qué otros autores que tradujo encuentra esas características?
--En dos autores mejicanos que hablan de la
juventud. Jaime Chabaud, por ejemplo, en
Lágrimas de agua dulce, y Javier Malpica, en Papá está en la Atlántida. En la primera pieza, una niña de
extrañas “lágrimas dulces” tiene la mala suerte de nacer y vivir en una región
donde es habitual la sequía. ¿Y qué hacen los adultos del pueblo? La obligan a
llorar para tener agua dulce. En Papá…,
dos niños huérfanos de madre parten en busca de su padre al que vieron dejar el
país para encontrar trabajo y mejor vida. ¿Soportarán esa partida?
--¿Tiene
previsto aún más proyectos en su especialidad?
--Sí, presentaciones de obras que traduje y otras a traducir. Espía a una mujer que se mata, de Daniel
Veronese, dirigida por Guy Delamotte, se reestrenará en octubre en La
Cartoucherie. La directora Christine Marest prepara la puesta de Tejas Verdes, del español Fermín Cabal,
obra basada en fotografías y testimonios
de ese campo de concentración del régimen pinochetista. Un elenco francés está
buscando un teatro para presentar Mi
muñequita, del uruguayo Gabriel Calderón, ya estrenada en París. De
Calderón también traduje Uz –el pueblo y Ex –que
revienten los actores, publicadas y estrenadas; Algo de
Ricardo y Mi pequeño mundo porno.
En cada una de estas obras, el público ríe mucho por las situaciones burlescas,
inverosímiles, con diálogos que parecen correr… Aclaro que Mi pequeño mundo… no es una obra pornográfica. Señala ciertas
situaciones sociales y la dificultad de comunicación entre las personas. Terminé la traducción de Un trozo invisible de este mundo, donde Juan Diego Botto, nacido en
Buenos Aires en 1975, cuenta historias de exilios. Hijo de Diego Fernando Botto, detenido y
desaparecido en la ESMA, parte junto a su madre a España, en 1978. Su madre es
la actriz Cristina Rota. Para mí fue muy importante descubrir y traducir esta
obra sobre el exilio y el lugar que ocupan en otro país aquellos que emigran. Y
ahora… seguiré traduciendo Martínez de
Hoz, segunda parte del documental de
Bayer/Aiello.