Era su debut en eso de organizar un
homenaje, y era su idea realizarlo en Buenos Aires. La animaba el deseo de dar
a conocer la relación de trabajo y la amistad que mantuvo con los que proponía
homenajear. Françoise Thanas, traductora dedicada a la investigación, profesora en Letras y ensayista, entendía que
el material de la experiencia compartida con el dramaturgo, actor, director y
médico psicoanalista Eduardo “Tato” Pavlovsky, fallecido el 4 de octubre de
2015, debía salir de su archivo
personal: cartas, programas de teatro y fotos que atesoraba en su casa de
París. Logró su propósito, y el acto se concretó el pasado 16 de noviembre en
el auditorio de la Alianza Francesa de Buenos Aires. El homenaje fue doble,
pues otro amigo, Francisco Javier, entusiasta del teatro francés, había
fallecido el 24 de setiembre de este año. Director y autor, investigador y
docente, estudió en la Universidad Sorbonne de París, obtuvo becas, y fue
distinguido por su labor teatral y por su desempeño en las instituciones
culturales nacionales e internacionales, donde ocupó distintos cargos. Entre otros,
fue profesor y director del Instituto de Artes del Espectáculo de la Facultad
de Filosofía de la UBA.
Francisco Javier, Eduardo "Tato" Pavlovsky y Françoise Thanas en el FIBA (Archivo personal de Thanas) |
De Pavlovsky se leyeron fragmentos de obras en francés y castellano y se proyectaron videos y fotos sobre su trayectoria en Francia. Todos aportes de Thanas, que nació en París y tiene ascendencia griega por su padre y luxemburguesa por su madre. Desde hace décadas comprometida con la divulgación de las obras de autores latinoamericanos en Francia, Thanas ha sabido crear lazos culturales entre los autores y artistas franceses y sus pares latinoamericanos. Tarea que en ocasiones compartió con Francisco, uno de los pioneros que entusiasmaba a los teatristas locales para que llevaran a escena La cantante calva, del rumano -francés Eugène Ionesco, cuando habían pasado dos años del estreno de esta “anti-obra” en París (1950).
A los testimonios y lecturas se sumaron
audios, proyecciones de imágenes y aportes de actrices y actores, directores y
autores: Susy Evans y Eduardo Misch, Marie Herbin y Román Caracciolo, entre
otros. Esta fue otra valiosa contribución a la tarea de Thanas, quien no sólo
ha traducido textos teatrales. Impulsó la presentación de obras en festivales y
encuentros en Francia, trabajó en los
subtitulados y tradujo textos narrativos y poemas de muy distinto
origen. Textos del poeta Osvaldo Lamborghini y El adiós, de Marcelo
Ariel Gelman y otros incluidos en el libro Palabra Viva. Ha divulgado la
poética tanguera de los grandes letristas, y las composiciones de Atahualpa
Yupanqui, sobre quien ha escrito un ensayo, editado en Francia por Le livre à
venir; y tradujo al francés Astor, de Diana Piazzola, publicado en 2002.
F. Thanas (Bernarda Pagés www.bernardapages.com.ar) |
Thanas menciona la palabra catarsis
referida al homenaje. Palabra que suena aún más fuerte cuando en esta
entrevista expresa emocionada su pena por la muerte de Pavlovsky: “No pensé que
estaba tan enfermo. Y después Francisco... No tuve tiempo de traer todo el
material que tengo sobre él. Quizás se pueda hacer algo en otro momento, pero
aunque fuera poco no debía quedar solamente para mí. Que tampoco es todo mío,
porque pedí colaboración a los artistas y amigos de Francisco, y ninguno se
negó. Eso habla bien de él y de sus amigos.
--¿Cómo eran las presentaciones de Pavlovsky
en Francia?
--Impresionantes. El público calificaba de
monstruos a los personajes de Telarañas, obra que Tato presentó en 1999
en el Festival de Avignon. El título era
Toiles d'araignés. A Tato
se lo esperaba. Jean-Louis Trintignant estaba allí y tuvo un encuentro con Tato
después de la función. En Dijon en mai, presentó Potestad y Solo
brumas, que subtitulé. Tato fue visitado por otro gran actor, André
Dussollier, que estaba en el Festival de Cannes, donde fue premiado, y se
escapó para ver los espectáculos y hablar con Tato. En 2004, Trintignant
dirigió Potestad y La Mort de Marguerite Duras, que fue grabada
en vivo para France Culture. Entonces actuaba Jean-Louis Bérard, y obtuve
copias. Fueron obras muy comentadas. El público no podía creer que Solo
brumas (sobre el destino de los bebés que nacen con un peso mínimo) partía
de un hecho real. En distintas ciudades se han organizado lecturas de Potestad,
Asuntos pendientes e Imperceptible. Potestad, interpretada
por Dussollier y dirigida por Trintignant, produjo gran conmoción.
--¿Era complicado traducir a Pavlovsky
en simultáneo?
--¡Terrible en los subtitulados! porque
improvisaba siempre. El visor mostraba lo que él no estaba diciendo, y yo me
desesperaba. Hasta que decidí aclararlo al público: “Lo que usteden van a leer
no se corresponde con lo que el actor dice”. Yo estaba enojada, pero el público
reía. No sé qué me pasó... Lo dije de manera espontánea y produjo ese efecto.
Al final del espectáculo, Tato me dijo muy serio: “Sos una gran actriz. Te voy
a escribir un monólogo”. Le gustaba bromear, y se me fue el enojo. El técnico
me había aconsejado escribir unas tres líneas en la pantalla de traducción de
manera que el público las leyera al entrar a la sala. Así quedaba avisado. Y,
sorpresa para mí, eso divertía a la gente.
--¿Francisco la consultaba por las
traducciones?
--Sí, y yo
lo consultaba a él cuando tenía dudas. Francisco había estudiado y trabajado en
París al lado de artistas y directores muy importantes, como el actor y director
Jean Vilar, a quien se le debe la creación del Festival de Teatro de Avignon.
No pude preparar un homenaje a Francisco tan completo como el de Tato porque me
faltaba tiempo, pero no podía dejar de nombrarlo. Quedé muy impresionada con su
muerte: me habia escrito que estaría en la Alianza en el acto por Tato. Lo
recordé a él y nombré a Adriana Genta, actriz y directora que murió en febrero
de este año. La quería mucho. Traduje al francés algunas de sus obras, y las
narraciones de La complicidad de la inocencia, de Adriana y Patricia
Zangaro, de quien también traduje obras.
Ellas hicieron una presentación en el Celcit, que dirigió Carlos Ianni.
--¿Tato y Francisco se relacionaban?
--No lo sé exactamente, pero recordé
anécdotas que reflejaban que se conocían y respetaban. Conservaba el mail que
me habia enviado Francisco, donde me decía que la directora del Festival de
Montreal (Canadá) había estado en Buenos Aires viendo espectáculos para llevar
al Festival. Le pidió asesoramiento a
Francisco, y él le mencionó Potestad, que en ese momento no
estaba en ningún teatro. Entonces Francisco llamó a Pavlovsky para decirle que
estuvo en contacto con la directora y que podrían encontrarse con ella y con
amigos de los dos para hablar del espectáculo. Finalmente se realizó este
encuentro y la directora, muy entusiasmada y sorprendida, invitó a Tato, llevó
la obra y tuvo mucho éxito en Montreal.
--¿Qué siente ahora después del
homenaje?
--Que hice lo mejor que pude. Lo preparé en Francia sintiendo la tristeza de la ausencia de Tato. Busqué y obtuve ayuda porque la técnica y yo no nos queremos. Fui a un lugar especial por las fotos y los programas. Quería que se vieran en una pantalla, y pagué, como siempre. Las grabaciones de Jean- Louis Trintignant son de France Culture. Las habia conservado en disketes, que ya no se usan ni existen. Conseguí recuperar todo por un técnico que vive en las afueras de París. Llegué a Buenos Aires con la idea de mostrar ese material y hablar sobre Tato y sobre nuestra amistad.
Tengo muchos recuerdos de Tato. Después de haberme operado del corazón, me seguía sintiendo mal. Muy cansada. No podía hacer nada, y me quedaba en la cama, pensando en todo y en nada. En uno de esos días en los que me llamaba -porque lo hacía de vez en cuando-, me preguntó "¿cómo estás hoy?" Le respondí: “como siempre, en la cama”. Y él reaccionó con cariño y firmeza: "No, Françoise, tenés que seguir, ¡por favor! Tenemos la misma enfermedad. Yo estoy actuando en Potestad y vos tenés que seguir." Tato era una gran persona... No solamente me sentí mejor cuando él me dijo eso, sino que ahora que no estoy bien todavía, porque tengo un montón de problemas, me vienen a la cabeza sus palabras, y recupero fuerzas: “Tenés que seguir Françoise”, y yo sigo...
Tengo muchos recuerdos de Tato. Después de haberme operado del corazón, me seguía sintiendo mal. Muy cansada. No podía hacer nada, y me quedaba en la cama, pensando en todo y en nada. En uno de esos días en los que me llamaba -porque lo hacía de vez en cuando-, me preguntó "¿cómo estás hoy?" Le respondí: “como siempre, en la cama”. Y él reaccionó con cariño y firmeza: "No, Françoise, tenés que seguir, ¡por favor! Tenemos la misma enfermedad. Yo estoy actuando en Potestad y vos tenés que seguir." Tato era una gran persona... No solamente me sentí mejor cuando él me dijo eso, sino que ahora que no estoy bien todavía, porque tengo un montón de problemas, me vienen a la cabeza sus palabras, y recupero fuerzas: “Tenés que seguir Françoise”, y yo sigo...