Magalí Meliá en "La mujer bomba". Crédito: Gustavo Gorrini. |
¿Las ideologías
totalitarias generan utopías de muerte? ¿Una sociedad en crisis renuncia a la
razón? En La mujer bomba (2004), la autora croata Ivana Sajko (Zagreb, 1975), radicada actualmente en Alemania,
se adentra en el pensamiento de una joven decidida a inmolarse para quebrar las
atrocidades de una sociedad y una
dirigencia que rechaza. Se trata de un nuevo estreno en El Método Kairós (El
Salvador 4530 CABA) que protagoniza Magalí Meliá, a quien se la vio
anteriormente en otra destacable actuación: Y...se nos fue redepente, de
Niní Marshall. Esta vez la dirige Gabriela Felperin (actriz, docente y autora,
entre otras obras, de Mamiferoz y Todos los cachorros muertos. Si
bien La mujer bomba (del libro Siete dramas croatas contemporáneos,
Editorial Biblos) fue vista en 2013 en Buenos Aires durante la Semana de la
dramaturgia croata, con otra puesta y dirección de Roberto Aguirre, hoy el
enfoque se amplía.
De ahí que en
este enlace de ficción y testimonio de una acción sin retorno -acaso derrota de
una sociedad y una cultura- el texto incursiona en estados emocionales en
lucha, no tanto en lo que concierne a la tenaz rebeldía de la joven sino a su
inmolación. Testigo de ese vaivén marcado por segundos, el espectador es atrapado
por una actuación y una puesta que interroga también sobre la escritura. ¿Cómo
dar cuenta de la indefensión y al mismo tiempo de la ferocidad del acto de esa
mujer que protesta ante la llegada de un líder político aborrecido? La
propuesta -se dice- es no crear una
heroína. Por lo tanto, lo lineal queda descartado.
Importa plasmar
secuencias que enlacen sin caer en abismos literarios y ofrecerlas de modo
natural y envolvente, y esto es lo que sucede en este trabajo que reúne a
Meliá, Felperín y el equipo técnico, con aciertos en una escenografía que
resume artísticamente lo que habrá de producirse; y en el juego de luces y el
espacio sonoro, incluidas las voces grabadas y el uso de lapiceras retráctiles
para alertar sobre la inmediatez del estallido que habrá de desgarrar a la
suicida y a sus víctimas.
Una
particularidad de la puesta es no encasillar a la mujer que implosiona como si
se tratara de un ser incapaz de dudar, aspecto sobre el cual se explaya la
directora en esta entrevista, junto a Meliá y Aída Giacani a cargo de la
producción general.
Gabriela
Felperin: -Lo encaramos a partir de un lugar fijo,
siguiendo aquello que va elaborando la autora desde sus experiencias y de la
voz de esa otra persona que se va a detonar, con motivos o sin motivos,
determinada verticalmente por su propia historia o porque la sociedad la puso
en ese lugar. La autora es “el afuera”, el personaje que construye teatralmente
el hecho, y “la mujer bomba” es el “adentro”. Por eso el rasgo tan humano, tan
lleno de angustia, dolor y sueños interrumpidos, con motivos para hacer lo que
hace y al mismo tiempo ponerlos en duda. Un vaivén que Magalí compone desde la
emoción más profunda, partiendo de sentimientos reconocibles.
Magalí Meliá:
-En ningún momento planteamos un estereotipo. Esta
mujer no lo es. Eso me permite transitar estados emocionales muy distintos unos
de otros y trasladarlos a los monólogos, también diferentes entre sí.
--Sin
entorpecer el relato...
G.F.: --Pasa, creo, porque a la autora le es “orgánico” hallar la voz de la
mujer que se inmola. En esa búsqueda
descubre hechos que guardan relación con los monólogos: noticias de otros años
y de nuestros días. No es sencillo hablar de inmolación y terrorismo.
--¿En qué ha
quedado la idea de que la cultura nos humaniza?
G.F.: --Los humanos tenemos ese costado destructivo, y lo vemos a todo
nivel, también en asuntos “menores”: en una competencia de fútbol, en la
religión, en la política... La autora ha querido en esta obra desmenuzar el
acto de crear y, por otro lado, preguntarse qué es esto de tomar una decisión
tan extrema como la de inmolarse.
--Aun así, en
esta puesta hay una referencia al deseo de vivir en un mundo mejor.
G.F.: --Eso está en las voces que incorporamos en la obra, y lo dicen los
sobrinos de Magalí.
M.M.: --Es el momento en que distintas voces expresan qué harían si les
quedaran doce minutos y treinta y seis segundos de vida. Y entre esas voces
están las de los nenes y sus deseos. Ahí es donde se escucha “intentaría salvar
el mundo”. El deseo de un mundo mejor es también el de la autora.
G.F.: --La obra tira hilos, líneas, realidades, preguntas que nos llevan a
pensar cuánto espacio le damos a ideas que nos parecen razonables y acaban
siendo el centro de un problema que no podemos resolver, y ni siquiera
consideramos en relación con la violencia.
--Justificada
a veces como única opción para frenar una masacre...
M.M.: --Quizá para un pueblo oprimido sea la única forma de revertir la
presión y el dolor.
Aída Giacani:
--En una de sus declaraciones, la autora dijo haber
recibido alguna inspiración de la historia de las Partisanas, “mujeres de su
casa” que llevaban una vida normal y un día decidieron irse a los bosques,
sumarse a la Resistencia y luchar contra el fascismo y la ocupación nazi.
Cuando un país no es libre, todo empieza a ser “anormal” y es probable el
estallido. Es diferente si razonamos tratando de evitar la violencia.
--G.F.: --Estoy personalmente en contra de la violencia de cualquier
signo, y es cierto que en situaciones de gran opresión, una respuesta posible
es la violencia, pero, en mi opinión, el límite a un avance dictatorial tiene
ver bastante más con el apego a las “reglas de juego” favorables en ese momento
que a la facultad de razonar de las partes.
--¿Entienden
que en esta obra la inmolación es consecuencia del fanatismo?
A.G.: --La inmolación se limita a veces a la destrucción del propio cuerpo.
No es lo que pasa en esta obra, donde el daño alcanza a otras personas. Es
evidente el cuestionamiento de “la mujer bomba” a un líder político que detesta
y a una sociedad que asigna un espacio menor a la mujer, pero no veo tan claro
su fanatismo. Su caso podría ser el de una mujer culturalmente sometida y forzada
a llevar la bomba en su cuerpo.
M.M.: --En los segundos finales dice no querer estallar, que necesita un
abrazo, que tiene miedo...
G.F.: --No lo veo así, porque a pesar de mostrarse capaz de sentir y pensar
como una mujer que quiere vivir, se mantendrá firme, concentrada, porque su
misión es no dudar, y echará culpas hacia afuera. Dirá que la duda es el
“gusano” que introducen las potencias extranjeras, porque el fanático no se
reconoce como fanático. Sabe que debe cumplir un encargo, y eso es lo que hará:
explotar y matar a muchas personas.
La mujer
bomba
de Ivana Sajko
Intérprete: Magalí Meliá
Traducción: Nicolina Zidek
Dirección: Gabriela Felperin
Diseño de
escenografía: Marcelo Valiente
Diseño de
iluminación: Gabriela Felperin
Producción
general y comunicación: Aída Giacani
Música y
diseño de espacio sonoro: Jerónimo Romero y Matías
Aisenberg
Diseño y
realización de vestuario: Javier Laureiro
Fotografía: Gustavo Gorrini
Diseño
gráfico: Verónica Duh
Redes
sociales: Willou Comunicación
Teatro: El Método Kairós, El Salvador 4530 Palermo, CABA
Funciones: Los jueves a las 21
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