martes, 26 de marzo de 2019

PENSAR PELIGROSAMENTE. "La mujer bomba", de Ivana Sajko.

Magalí Meliá en "La mujer bomba". Crédito: Gustavo Gorrini.

¿Las ideologías totalitarias generan utopías de muerte? ¿Una sociedad en crisis renuncia a la razón? En La mujer bomba (2004), la autora croata Ivana Sajko (Zagreb, 1975), radicada actualmente en Alemania, se adentra en el pensamiento de una joven decidida a inmolarse para quebrar las atrocidades de una sociedad  y una dirigencia que rechaza. Se trata de un nuevo estreno en El Método Kairós (El Salvador 4530 CABA) que protagoniza Magalí Meliá, a quien se la vio anteriormente en otra destacable actuación: Y...se nos fue redepente, de Niní Marshall. Esta vez la dirige Gabriela Felperin (actriz, docente y autora, entre otras obras, de Mamiferoz y Todos los cachorros muertos. Si bien La mujer bomba (del libro Siete dramas croatas contemporáneos, Editorial Biblos) fue vista en 2013 en Buenos Aires durante la Semana de la dramaturgia croata, con otra puesta y dirección de Roberto Aguirre, hoy el enfoque se amplía.

De ahí que en este enlace de ficción y testimonio de una acción sin retorno -acaso derrota de una sociedad y una cultura- el texto incursiona en estados emocionales en lucha, no tanto en lo que concierne a la tenaz rebeldía de la joven sino a su inmolación. Testigo de ese vaivén marcado por segundos, el espectador es atrapado por una actuación y una puesta que interroga también sobre la escritura. ¿Cómo dar cuenta de la indefensión y al mismo tiempo de la ferocidad del acto de esa mujer que protesta ante la llegada de un líder político aborrecido? La propuesta -se dice-  es no crear una heroína. Por lo tanto, lo lineal queda descartado.

Importa plasmar secuencias que enlacen sin caer en abismos literarios y ofrecerlas de modo natural y envolvente, y esto es lo que sucede en este trabajo que reúne a Meliá, Felperín y el equipo técnico, con aciertos en una escenografía que resume artísticamente lo que habrá de producirse; y en el juego de luces y el espacio sonoro, incluidas las voces grabadas y el uso de lapiceras retráctiles para alertar sobre la inmediatez del estallido que habrá de desgarrar a la suicida y a sus víctimas. 
Una particularidad de la puesta es no encasillar a la mujer que implosiona como si se tratara de un ser incapaz de dudar, aspecto sobre el cual se explaya la directora en esta entrevista, junto a Meliá y Aída Giacani a cargo de la producción general.

Gabriela Felperin: -Lo encaramos a partir de un lugar fijo, siguiendo aquello que va elaborando la autora desde sus experiencias y de la voz de esa otra persona que se va a detonar, con motivos o sin motivos, determinada verticalmente por su propia historia o porque la sociedad la puso en ese lugar. La autora es “el afuera”, el personaje que construye teatralmente el hecho, y “la mujer bomba” es el “adentro”. Por eso el rasgo tan humano, tan lleno de angustia, dolor y sueños interrumpidos, con motivos para hacer lo que hace y al mismo tiempo ponerlos en duda. Un vaivén que Magalí compone desde la emoción más profunda, partiendo de sentimientos reconocibles.

Magalí Meliá: -En ningún momento planteamos un estereotipo. Esta mujer no lo es. Eso me permite transitar estados emocionales muy distintos unos de otros y trasladarlos a los monólogos, también diferentes entre sí. 

--Sin entorpecer el relato...

G.F.: --Pasa, creo, porque a la autora le es “orgánico” hallar la voz de la mujer que se inmola.  En esa búsqueda descubre hechos que guardan relación con los monólogos: noticias de otros años y de nuestros días. No es sencillo hablar de inmolación y terrorismo. 

--¿En qué ha quedado la idea de que la cultura nos humaniza?

G.F.: --Los humanos tenemos ese costado destructivo, y lo vemos a todo nivel, también en asuntos “menores”: en una competencia de fútbol, en la religión, en la política... La autora ha querido en esta obra desmenuzar el acto de crear y, por otro lado, preguntarse qué es esto de tomar una decisión tan extrema como la de inmolarse.

--Aun así, en esta puesta hay una referencia al deseo de vivir en un mundo mejor.

G.F.: --Eso está en las voces que incorporamos en la obra, y lo dicen los sobrinos de Magalí.

M.M.: --Es el momento en que distintas voces expresan qué harían si les quedaran doce minutos y treinta y seis segundos de vida. Y entre esas voces están las de los nenes y sus deseos. Ahí es donde se escucha “intentaría salvar el mundo”. El deseo de un mundo mejor es también el de la autora.

G.F.: --La obra tira hilos, líneas, realidades, preguntas que nos llevan a pensar cuánto espacio le damos a ideas que nos parecen razonables y acaban siendo el centro de un problema que no podemos resolver, y ni siquiera consideramos en relación con la violencia.   

--Justificada a veces como única opción para frenar una masacre...    

M.M.: --Quizá para un pueblo oprimido sea la única forma de revertir la presión y el dolor.   

Aída Giacani: --En una de sus declaraciones, la autora dijo haber recibido alguna inspiración de la historia de las Partisanas, “mujeres de su casa” que llevaban una vida normal y un día decidieron irse a los bosques, sumarse a la Resistencia y luchar contra el fascismo y la ocupación nazi. Cuando un país no es libre, todo empieza a ser “anormal” y es probable el estallido. Es diferente si razonamos tratando de evitar la violencia.    

--G.F.: --Estoy personalmente en contra de la violencia de cualquier signo, y es cierto que en situaciones de gran opresión, una respuesta posible es la violencia, pero, en mi opinión, el límite a un avance dictatorial tiene ver bastante más con el apego a las “reglas de juego” favorables en ese momento que a la facultad de razonar de las partes.

--¿Entienden que en esta obra la inmolación es consecuencia del fanatismo?

A.G.: --La inmolación se limita a veces a la destrucción del propio cuerpo. No es lo que pasa en esta obra, donde el daño alcanza a otras personas. Es evidente el cuestionamiento de “la mujer bomba” a un líder político que detesta y a una sociedad que asigna un espacio menor a la mujer, pero no veo tan claro su fanatismo. Su caso podría ser el de una mujer culturalmente sometida y forzada a llevar la bomba en su cuerpo.

M.M.: --En los segundos finales dice no querer estallar, que necesita un abrazo, que tiene miedo...

G.F.: --No lo veo así, porque a pesar de mostrarse capaz de sentir y pensar como una mujer que quiere vivir, se mantendrá firme, concentrada, porque su misión es no dudar, y echará culpas hacia afuera. Dirá que la duda es el “gusano” que introducen las potencias extranjeras, porque el fanático no se reconoce como fanático. Sabe que debe cumplir un encargo, y eso es lo que hará: explotar y matar a muchas personas.

La mujer bomba
de Ivana Sajko

Intérprete: Magalí Meliá
Traducción: Nicolina Zidek
Dirección: Gabriela Felperin
Diseño de escenografía: Marcelo Valiente
Diseño de iluminación: Gabriela Felperin
Producción general y comunicación: Aída Giacani
Música y diseño de espacio sonoro: Jerónimo Romero y Matías Aisenberg
Diseño y realización de vestuario: Javier Laureiro
Fotografía: Gustavo Gorrini
Diseño gráfico: Verónica Duh
Redes sociales: Willou Comunicación
Teatro: El Método Kairós, El Salvador 4530 Palermo, CABA
Funciones: Los jueves a las 21