El dramaturgo, actor y médico psicoanalista Eduardo “Tato” Pavlovsky no oculta su emoción al recibir premios, seis en 2014 y uno reciente, el de Doctor Honoris Causa en reconocimiento a su trayectoria en la dramaturgia y el psicodrama, otorgado por la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca). Lo conmueve el fervor que manifiestan quienes siguen su trabajo y destacan su personalidad de hombre de la cultura. Una figura que completa una labor de años, no contaminada por el discurso vano y la complacencia. Nuevamente en escena, tras superar problemas de salud, presenta Asuntos pendientes, título de 2013 que no pierde significado, al igual que la mayoría de sus obras, entre otras Telarañas, El señor Galíndez, Tercero incluido, Paso de dos, Pablo, Rojos globos rojos y Poroto; La muerte de Marguerite Duras, Variaciones Meyerhold y Solo brumas, piezas apreciadas en diferentes ámbitos y países, y muy especialmente en Francia, donde semanas atrás se ofrecieron lecturas de Potestad e Imperceptible, en la Maison de l’Amérique Latine. El retorno es en el Centro Cultural de la Cooperación, donde el artista estrenó Asuntos… y otras creaciones junto a su equipo. Entrevistado en su casa de la calle Sucre, el autor aporta ideas sobre el personaje que anima (Aurelio), junto a la actriz Susy Evans, en el cambiante rol de la mujer de Aurelio, y el actor Eduardo Misch, el Pibe, comprado de niño a una familia pobre del norte argentino. La dirección es de la actriz Elvira Onetto, quien ha participado en numerosas obras del dramaturgo. Como en las anteriores puestas, “el propósito del grupo –apunta el autor- es mantener el espíritu de denuncia, anárquico y transformador, y hacer visible la subjetividad de las personas que viven en la pobreza, la ‘resaca’, como dicen algunos, que tienen otras reglas y otros valores.”
--El término resaca suena
ofensivo, pero no extraño a la realidad. ¿Lo que se cuenta en la obra es
reflejo del pensamiento disperso de Aurelio?
Eduardo Pavlovsky: --Como en
un cuadro no figurativo, la cabeza de este personaje es atravesada por
situaciones históricas muy difíciles. Es un ser contradictorio en lo que siente
y lo que ve. Hace las veces de represor y reprimido, y es un precursor más del
incesto familiar. Por eso la interpretación debe ser cambiante y dinámica:
caleidoscópica. Estoy muy conforme con las presentaciones que hicimos en
Caliban (el teatro de Norman Briski) y en la Universidad de Tandil (UNICEN). La
manera de ver de los jóvenes se plasma más con la diversidad y la
multiplicidad. Tuvimos oportunidad de comprobarlo también en Caliban.
--¿Acaso la gente mayor no acepta
la diversidad?
E.P.: --A mi edad no puedo
decir eso, pero, en general, el espíritu de transformación es menor. Y en este sentido, el incesto puede ser algo descomunal, aunque no lo sea para los
personajes de la obra. Para éstos es habitual, incluso justificado por cómo
viven. Cuando el hijo regresa de Formosa
es ya el mejor productor de películas porno.
Ese hijo comprado de niño tiene el destino señalado.
--¿El psicoanálisis influye en
este intento por conocer la subjetividad de unos personajes que parecen no
tener un lugar fijo y cambian de identidad?
E.P.: --No influye más de lo
que pueda influir en una persona ajena a la profesión. Parto de ideas
estético-culturales. En esta obra el
complejo de Edipo se pulveriza. No existe la relación hombre-mujer, madre-niño.
Lo que quiero ver, saber y me interesa --como me interesó en Solo brumas-- es qué pasa en la cabeza de la gente que vive en condiciones
de pobreza y marginación.
Susy Evans: --En esta obra la
mujer de Aurelio tiene una actitud más humana que en Solo brumas (2008). Puede ser cariñosa y maternal y todo es
posible. La mujer siente mucho afecto por el Pibe, y eso no proviene de la
cabeza de Aurelio: es real. Ella tiene distintos nombres, no es una gran madre,
pero vive la relación con ese hijo como una verdad.
E.P.: --Dice barbaridades y
ofrece su sexualidad como una entrada a un mundo que el Pibe va a convertir en
propio y lo llevará a sentir admiración por esos padres.
Eduardo Misch: --Ella no es
tan pasiva como parece. En determinado momento se despega de Aurelio y concreta
un acto erótico inimaginable. El Pibe, ya hombre, es “residuo” de una
generación que ha sido devastada. Decir “resaca” suena fuerte, pero no es un
término inventado por nosotros. Aparece en los libros y las manifestaciones.
Ellos son eso para la sociedad, ¿acaso no nos hemos acostumbrado a verlos comer
de la basura?
E.P.: --La cifra de pobreza
es alta, aunque no haya acuerdo en los porcentajes. Un sector se ha modificado, tal vez el de la
clase media...
E.M.: --El cartonero de la época del ex presidente
Carlos Menem no es el cartonero de este
tiempo, más organizado. Pero su trabajo no ha desaparecido como forma de
subsistencia. Tampoco acabó el abandono de los chicos. Asuntos… pone el foco en la miseria, toma en cuenta a los niños y
señala crudamente la deuda que tenemos con ellos.
--¿De ahí la alucinada visión de
unos niños de color cetrino que marchan vistiendo remeras con números y letras
que los identifican?
E.M.: --Son los chicos
destinados a arrojarse con cierta alegría a las aguas de La Costanera, sólo porque antes les dieron un plato de
lentejas.
A.P.: --Lo obvio y terrible en la interacción de este sector tan
excluido, tan bajo en posibilidades de potencial humano, es que se reorganiza
con valores distintos a los que exige el resto de la sociedad. Por eso Aurelio advierte al Pibe sobre el futuro:
“No mires ni contestes a nadie nunca nada. Tu vida es esta casa, más allá de
este muro la gente tiene dentadura, acá, en cambio, no tiene dientes. Estás
marcado, pero disfrutá este destino, jugálo a fondo y con alegría. Podés armar
un campeonato de fútbol, pero no trates de pasar al otro lado ni imitar a esa
otra gente. Esta desgracia compartida puede convertirse en algo muy terrible o
en algo muy creativo, depende de cómo te muevas. Podés inventar pero no
contestes”. Para la cabeza de un pibe
que vive así, el incesto es parte de un proceso natural de crecimiento.
--¿Un ejemplo real es el padre o
el tío que desvirga a la adolescente de la familia?
E.M.:--Sí, son
comportamientos culturales. El Pibe de la obra termina siendo un buen pornógrafo,
y vive su profesión con alegría, más
allá de si esto en la obra es cierto o sale de la cabeza de Aurelio, o si el
Pibe vuelve o está muerto. Lo que vemos es que su entrada al mundo de los
padres es positiva, y lo dice: afuera de este muro me enteré que no somos
nadie.
--¿Cómo reacciona el público? ¿Se
escandaliza?
E.M.: --El público debe saber
que Asuntos… no es una comedia.
E.P.: --Esta obra no ha
tenido mucho diálogo con el público. Lo más elogioso que escuché fue en el
ámbito universitario, con espectadores preparados para el debate y las
actividades que se realizan en los teatros de los bordes. Personas que se han
sentido realmente movidas de sus asientos.
S.E.: --No siempre tuvimos
esa experiencia. Supimos que un psicoanalista se levantó furioso, y también
otra gente que se considera progresista. Creo que es una obra molesta. El
espectador no sabe quién persigue a quién ni de dónde vienen y hacia dónde van
los personajes.
--¿En parte porque expone tabúes
y no ofrece certezas?
E.P.: --Puede ser. Para un
autor es aventurado anticipar cuál será la reacción del público. En una
conversación que mantuve con Daniel Veronese, un autor y director interesante
al que admiro por muchos motivos, supe de la resistencia a algunas de mis
obras. Veronese dirigió obras mías y recuerdo que se resistía a una escena. El
teatro es así, uno puede o no puede aceptar o entender, y esto le pasa también al público; uno puede sollozar si se
emociona y probablemente olvidar. El
teatro es un lugar en el que me reconozco, una muestra de la sociedad y un apunte de las cosas que pasan en la
vida.
Asuntos pendientes, de Eduardo
“Tato Pavlovsky
Reposición en la Sala Raúl González Tuñón del
Centro Cultural de la Cooperación.
Corrientes 1543 CABA.
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